domingo, 28 de diciembre de 2014

Los Desalmados Siete

El Espíritu. 

El destino ya nos había presentado en otras ocasiones... o por lo menos eso dice.
Estábamos, de alguna extraña manera, destinados a estar juntos... o por lo menos eso dice.
Me ama... o por lo menos eso dice.
Sólo lo quiero para coger... o por lo menos eso dice.

Nuestro primer encuentro fue en un hotel barato cerca de Bellas Artes, yo estaba de visita y el estaba ahí por mi, dormimos juntos, desnudos, su espalda contra mi pecho y nuestros pies entrelazados, le bese las manos, le quería hacer el amor.

Lo conocía de antes,
de otras vidas,
de otros tiempos,
de otros mundos...
de twitter.

Pasó un largo tiempo de sólo vernos y querernos, tal vez nos queríamos más de lo que nos veíamos o tal vez sólo queríamos prolongar el momento.
Un día le dije,
"Terminé con él",
sonrió,
me quito la playera,
"No me hubieras dicho eso". 

Acto seguido se pego a mi cuello,
lo lamia,
con furia,
como si lo hubiera deseado desde hace muchas vidas,
bajo por mi traquea dando pequeñas succiones,
comenzó a besarme el pecho,
parecía que quería quedarse allí para siempre,
jugaba con mis pezones y eso me ponía loco,
me tocaba los brazos,
me acariciaba las piernas,
seguía chupando,
mi abdomen,
mis costillas,
mi pelvis,
pasaba su lengua por mis estrellas,
como si supiera de otras vidas que ese punto me pone sublime,
 yo estaba mojado,
empapado,
como si yo también hubiera estado esperando ese momento de otras vidas;
me quitó el cinturón,
me desabotono el pantalón.

-Espera.
- No.

Su lengua,
su bendita lengua jugando con mis testículos,
con mi entrepierna,
con mis ingles,
succionaba de uno en uno y eso me volvía mas loco,
recorrió con su lengua todo mi tronco,
vena
por
vena,
y yo me retorcía,
como si me estuviera exorcizando todas las vidas en las que no habíamos estado juntos,
llego a mi glande,
lo beso,
lo lamió.

Lo empuje -voltéate- le dije, lo tomé de los hombros, lo puse en cuatro, le lamí la nuca, los omóplatos, la espalda baja, el coxis, el culo. Sus nalgas, mordía sus nalgas y las arañaba como poseído por un espíritu que ansiaba salir, abría sus nalgas y metía mi lengua entre ellas, quería llegar al fondo con mi lengua y jugaba y mientras tanto el gemía, era una postal preciosa, yo sólo podía  ver sus hombros sobre sus nalgas y disfrutaba del sabor de tantas vidas que nos separaban, me hinqué, se la metí.

Terminé.
Terminó.
Terminamos.

- Nos la debíamos.
- De otras vidas.

No le he robado el alma.
Sigo en proceso.

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