miércoles, 30 de octubre de 2013

Aquel que no veía

Él era un chico ocupado, de aquellos que se pasan el día trabajando, estudiando y deambulando por el mundo, de los que sonríen a la vida y se ocupan más que preocuparse, de los que son tan buenos que no podían ser solteros.
Aquel era un tipo raro, serio y reservado, de esos que se asustan fácil y se emocionan mucho, de los que piensan 10 veces antes de decir "me gustas".

Él se transformo.
Aquel... no vio.

Él se acercó, caminando se acercó, poco a poco se acercó, lentamente se acercó.
Aquel... no vio.

Él le enseña, que a pesar de haber vivido 24 años, aun le faltan muchas primeras veces, muchos primeros momentos.
Aquel... no vio.

Él lo miro, lo conmovió, lo sacudió, lo despertó, lo revivió, impactó, enseñó, tranquilizó.
Aquel... no vio.

Él, le devolvió las fuerzas, las ganas, la esperanza, aquello que aquel había olvidado, enterrado, arrancado, arrojado.
Aquel... no vio.

Y así, entre las vistas, las miradas, los ojos, las ganas, el tiempo, la paciencia, la fortuna, circunstancias, encuentros, casualidades y coincidencias comenzó a llover.
Llovía como una premonición, llovía como una bendición y si Dios existe estaba ahí, tomando fotos, llovía el y cielo y llovían los ojos de aquel.

Él, separo los labios, aquel abrió los ojos.

Aquel lo vio, vio esos ojos cafés, unos ojos cafés como nunca había visto. Y entonces comprendió, comprendido que esos ojos eran tan cafés, realmente tan cafés que derrochaban cafeína en sus miradas y aquel,  finalmente carburó el porque las miradas de Él le quitan el sueño.

El sueño de aquel que no veía.
De aquel que no vio.
De aquel novio...