lunes, 6 de julio de 2015

Un susurro parisino.

Estoy sentado en un cafecito muy rustico, muy francés y muy caro en Montmartre, observo alrededor y entiendo porque de entre todo París, Dalí eligió Montmartre para vivir, también era un referente de Picasso y de muchos otros artistas que pasaron por aquí, hoy me toco a mi.

Pienso que esto es Paris, este es el París que por lo menos siempre ha estado en mi cabeza, con los pintores en las calles, los músicos y su acordeón tocando “La vie on rose” el humo del tabaco invadiendo los callejones, el olor a vino, café y Channel número 5.

Pienso que estoy bien aquí, que aquí podría quedarme toda la vida y entregarme a este lugar, pero después pienso que no.  “Si encuentras una buena razón para quedarte, no vuelvas” reza uno de los mandamientos de las brujas y mi mandamiento personal reza “Me quedo donde tú estés”.

El día que partí me escribiste en un papel que tengo tú corazón, que regresara para devolvértelo, pienso, que si sigues vivo y si aún sientes una locomotora en el pecho…  es porque tú tienes el mío, y así vivimos, latiendo cada uno con el corazón del otro porque tal vez eso es el amor mi-amor, porque tal vez el amor es caminar por París buscando un buen regalo de cumpleaños y no encontrar nada, no encuentro nada que pueda reflejar lo mucho que te amo y lo triste que estoy de no estar completo contigo.

Un texto no es un buen regalo de cumpleaños, un texto no es un buen regalo de cumpleaños, me repito con los dedos en la computadora, lo sé, pero no tengo nada más, no ahora, no tengo nada que llevarte para compensar mi ausencia y sin embargo aquí estoy, en una mesa de un restaurante caro de Montmartre, con una crepa de nuttela y philadelphia y un té chai (porque tú no puedes tomar café) y antes de comer la crepa cierro los ojos y en un susurrito muy bajito casi imperceptible, de esos que se pierden entre el acordeón, el francés y los poetas callejeros te canto el feliz cumpleaños porque tal vez esto es el amor y así con todo mi amor espero que un aire parisino te lleve el susurro a donde estas y ahí mientras caminas hacia no sé dónde a ver a no sé quién se te estampe en la cara y escuches un susurrito muy bajito casi imperceptible que te canta “Estas son las mañanitas que cantaba el rey David, a los novios más bonitos se las cantamos aquí, despierta mi amor despierta, mira que ya amaneció, ya los pajaritos cantan, la luna ya se metió”.


Je t'aime moun amour, je t'aime.