domingo, 8 de abril de 2012

ECQ Parte 2: Un Día en el Parque

La ultima vez que me vi envuelto en el caos decidí salir de él, el gusto me duró muchos días, pero ninguna noche.
Hoy tome una de las decisiones mas tontas de mi vida, pequé, cometí el pecado mas grande y el mas doloroso, fui en contra de mis ideas y mis creencias, quise atentar contra el destino y girar la balanza un poco a mi favor, el día de hoy decidí caer lo mas bajo, salí a buscar una coincidencia.
Explicar el caos de las quimeras es como querer explicar el funcionamiento de las coincidencias, cada quien le da una interpretación propia.
Salí a caminar, camine de la manera mas lenta y mas metódica que podía, tome un rumbo que hacia años no tomaba, todo por querer forzar la coincidencia. Era un parque, eran las 8:43 de la noche, era un alma y eran muchos cuerpos. Llevaba café, el eterno compañero del artista, también llevaba un cigarro, el eterno compañero del café.
Caminé y caminé sin rumbo fijo, mirando en todas direcciones intentando encontrar eso que había salido a buscar, a mi me pareció que caminé por días enteros, en realidad fueron pocos minutos. Mi mirada puesta al frente solo se direccionaba a una cosa, una banca, la típica banca del parque citadino, al llegar a la banca me senté justo al centro de ésta, como si yo mismo estuviera condenándome. Es extraño, cuando alguien se sienta en las partes laterales de una banca hace una invitación invisible para que alguien mas pueda llegar a ocupar un sitio a su costado; cuando alguien se sienta en el centro de la banca, es un claro signo del "déjenme, quiero estar solo." Pues asi lo hice, me senté al centro de la banca como si mi cuerpo no quisiera compañía, aunque realmente por dentro estuviera implorando una pizca de empatia.
Después de mi demostración extrema de individualismo, mi vista periferica comenzó a funcionar y entonces lo vi, al los lados de mi banca había otras 2 de estas, ambas ocupadas por parejas, la pareja de la derecha se abrazaba, se reía, se besaba; la pareja de la izquierda por el contrario  discutía, gritaba, lloraba, entonces lo comprendí, era como verse en un espejo pero de adentro hacia afuera, me encontraba en medio del circulo vicioso mas toxico existente: El amor.
Los de la derecha se comenzaban a amar, los de la izquierda se terminaban de amar, pero amar a fin de cuentas, y yo en medio, en el centro, sin comenzar nada y sin terminar nada, sin terminar lo terminado que nunca comenzó y sin comenzar algo por temor a terminar, justo en medio del circulo, justo en el caos de las quimeras.
Entonces comprendí algo, el terminar con una persona es la mayor muestra de amor que existe, porque solo hay 2 opciones: Terminas por un inmenso amor a ti mismo, por no hacerte daño, por no querer atentar contra ti; o, terminas por un inmenso amor al otro, por no hacerle daño, por no querer atentar contra él. El rompimiento es sin duda la mas grande demostración de amor.
Cuando comprendí esto, mi levedad del ser se volvió insoportable, no podía estar mas tiempo en medio, sin hacer nada, no podía quedarme una vez mas solo observando a mi alrededor viendo un mundo lleno de amor y yo sin poder tocarlo, por primer vez en mi vida comprendí la soledad, esa soledad abrumadora que implica estar rodeado de personas pero no pertenecerle a ninguna.
Escapé, huí de esa banca y trate de tranquilizar a mi cerebro, de nuevo caminaba sin rumbo, con la misma lentitud y metodología que cuando salí de casa, pero con una necesidad mas grande de encontrar una coincidencia. Mientras caminaba, intente robarle la mirada a las personas con las que me cruzaba, intentaba lanzar un grito ensordecedor solo con mis ojos, intentaba buscar un poco de empatia en la pupila ajena, no lo conseguí, las personas ya no miran a otras personas, los humanos están tan preocupados por ser humanos que han perdido la esencia, entonces lo comprendí, todos traen su propio caos cargando, pero no caen en la cuenta.
Mi caminata estaba por terminar, pude vislumbrar mi casa mas cerca de lo que yo hubiera querido, entonces    lo miré, allí estaba, intacto como hace un año, como hace 3, como hace 10 años, allí estaba, un árbol. Llegue junto a él, camine a su alrededor, lo examine de arriba abajo, finalmente lo abrace, fue extraño, nunca había sentido nada parecido por otro ser vivo, esa necesidad de contacto, de tranquilidad, ese despliegue de amor, esa seguridad que solo ese árbol me podía dar en ese momento. Mientras abrazaba al árbol, todo dentro de mi comenzó a dar vueltas, todo comenzó a derrumbarse y yo me quede allí, yo y mi árbol, abrazados, el caos de las quimeras se volvía a hacer presente.

Explicar el caos de las quimeras es como querer explicar el funcionamiento de las coincidencias, cada quien le da una interpretación propia.
El día que yo coincida con alguien que tiene la misma definición que yo para el caos de las quimeras, ese día, podre dejar de abrazar el árbol.

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