Estoy sentado en un cafecito muy rustico, muy francés y muy
caro en Montmartre, observo alrededor y entiendo porque de entre todo París,
Dalí eligió Montmartre para vivir, también era un referente de Picasso y de
muchos otros artistas que pasaron por aquí, hoy me toco a mi.
Pienso que esto es Paris, este es el París que por lo menos
siempre ha estado en mi cabeza, con los pintores en las calles, los músicos y
su acordeón tocando “La vie on rose” el humo del tabaco invadiendo los
callejones, el olor a vino, café y Channel número 5.
Pienso que estoy bien aquí, que aquí podría quedarme toda la
vida y entregarme a este lugar, pero después pienso que no. “Si encuentras una buena razón para quedarte,
no vuelvas” reza uno de los mandamientos de las brujas y mi mandamiento
personal reza “Me quedo donde tú estés”.
El día que partí me escribiste en un papel que tengo tú
corazón, que regresara para devolvértelo, pienso, que si sigues vivo y si aún
sientes una locomotora en el pecho… es
porque tú tienes el mío, y así vivimos, latiendo cada uno con el corazón del
otro porque tal vez eso es el amor mi-amor, porque tal vez el amor es caminar
por París buscando un buen regalo de cumpleaños y no encontrar nada, no
encuentro nada que pueda reflejar lo mucho que te amo y lo triste que estoy de
no estar completo contigo.
Un texto no es un buen regalo de cumpleaños, un texto no es
un buen regalo de cumpleaños, me repito con los dedos en la computadora, lo sé,
pero no tengo nada más, no ahora, no tengo nada que llevarte para compensar mi
ausencia y sin embargo aquí estoy, en una mesa de un restaurante caro de
Montmartre, con una crepa de nuttela y philadelphia y un té chai (porque tú no
puedes tomar café) y antes de comer la crepa cierro los ojos y en un susurrito
muy bajito casi imperceptible, de esos que se pierden entre el acordeón, el francés
y los poetas callejeros te canto el feliz cumpleaños porque tal vez esto es el
amor y así con todo mi amor espero que un aire parisino te lleve el susurro a
donde estas y ahí mientras caminas hacia no sé dónde a ver a no sé quién se te
estampe en la cara y escuches un susurrito muy bajito casi imperceptible que te
canta “Estas son las mañanitas que cantaba el rey David, a los novios más
bonitos se las cantamos aquí, despierta mi amor despierta, mira que ya amaneció,
ya los pajaritos cantan, la luna ya se metió”.
Je t'aime
moun amour, je t'aime.